Texto: Jerónimo Andrade Schulz
Fotografía: César Béjar
Ubicación: Cancún, Quintana Roo
Año: 2019
Una casa de 700m2 donde el contexto es el concepto: el interior es el exterior y el exterior se convierte en arquitectura. No hay distinción, la casa es una terraza que, por medio de unas gradas y una alberca, va dando forma a lo que es el jardín y el área de descanso.
Existe una cierta tensión entre los materiales, cierto contraste que se da entre el granito, acero, la madera y el color blanco; lo sólido y lo ligero. Un basamento de granito que se empotra al suelo, un pedestal de piedra que al frente bloquea la fachada pero que en la parte de atrás hace que desaparezca y se vuelva más ligera: una viga y una serie de apoyos forrados en madera de parota. Aparece una cortina blanca que se mueve con el viento, difumina la luz y oscila dentro y fuera de la casa creando una atmósfera casi etérea.
Al interior, la casa es un espacio de juego, colección, recreo; espacios dedicados a la música, a los juguetes, al cine, una casa con personalidad, proyectada por un arquitecto y su cliente, que se siente más que sólo materiales y forma, viva por sus objetos y muebles.