Texto por: Diana Guzmán
Fotografías: De los autores
En la búsqueda de su camino, Sergio vivió una ruleta de momentos que al final lo redireccionaron a lo que desde pequeño había querido.
Desde niño, Sergio Hernández quería seguir los pasos de su padre y dedicarse al oficio del papel picado, su aprendizaje comenzó con solo verlo y esconderse para practicar, aprendió a dibujar y con el tiempo su padre le enseñó la técnica del cincelado. A la edad de 13 años, Sergio le dedicaba medio día al papel picado y medio día a estudiar la secundaria, en esa época, un pequeño desvío sucedió, pues comenzó a interesarse por el sacerdocio.
“Si esta es tu vocación, vas a luchar por ella, pero si no es tu destino, te vas a desviar de tu camino”
Le dijo el sacerdote a Sergio. Estas palabras y las opiniones de su familia resonaron en la mente de aquél niño ilusionado y un poco confundido, sin embargo, el amor por el oficio de su padre lo regresó al papel picado.
Un día, su padre le exigió un título profesional, Sergio se inclinaba por las artes plásticas y realizó su examen a la Escuela de Bellas Artes en Toluca para la carrera de Pintura y Escultura, una vez más, la vida le indicó que ese no era su camino, pues al hacer el exámen le dijeron que ya solo habían cupos en la carrera de Música. Sergio aceptó la propuesta, participó en diferentes talleres del conservatorio y practicó jazz en la Ciudad de México, pero al no encontrar su pasión en esta área, entraba a escondidas a las clases de dibujo, fue así, que amplió su conocimiento y reforzó las técnicas que más chico había aprendido.
A solo un año de terminar la carrera de música, Sergio abandonó la escuela y se tituló en la carrera de Contabilidad, aún cuando las ofertas laborales le llegaban, él decidió no continuar con su profesión y regresar al papel picado. Actualmente Sergio lleva 30 años ejerciendo el oficio que desde pequeño deseaba. “Siempre pensamos que los padres nos dejan herencias materiales como un coche, una casa, un terreno; pero la verdad, es que la mejor herencia que te pueden dar es su conocimiento, un oficio, valores, una carrera (…) en las familias artesanales, lo mejor que te pueden dar son sus conocimientos ancestrales y las penurias que pasaron para que aprendas de ello”.
Sergio ha tenido la fortuna de participar en diversas exposiciones e intercambiar conocimientos y técnicas. “En China tuve la oportunidad de aprender la técnica de tijera y en Suiza representé a México en una feria en la cual aprendí la técnica de cutter (…) también pude fortalecer estas técnicas con un grupo de mujeres de Polonia y después expuse mi trabajo en el Museo Royal Ontario en Canadá”.
“El papel picado es un arte efímero que sirve para adornar un momento, para disfrutarlo, pero al final de ese momento se desecha y se va a la basura; sin embargo, yo me propuse a hacer hasta lo imposible por preservar el papel picado y que lo conozcan como una fusión de técnicas, no solamente en México, también en otros países”.
Sin duda, Sergio ha logrado lo que se prometió a sí mismo hace varios años, pues ha tenido la fortuna de llevar su conocimiento ancestral a otros países, así como aprender de las personas con las que ha cruzado camino “Yo en lo personal nunca pensé en conocer un país fuera de México (..) lo mejor es que conocí otras culturas, esas experiencias me han fortalecido en el papel picado y en mi persona”.
Sergio forma parte del programa de Visión y tradición “para mi, el trabajar con ustedes ha sido increíble, nunca pensé que el papel picado pudiera llevarse a estas latitudes (…) Visión y Tradición es un reto enorme, tenemos que presentar lo mejor y haremos lo mejor (…) estamos fusionando la artesanía con el diseño, con otra visión, con una perspectiva artística y otro tipo de comercialización. Es un nivel más arriba, los artesanos nunca pensamos en llegar a un nivel así, es un mundo que desconocemos y que veíamos imposible (…) Hoy en día esta experiencia es un reto que agradezco vivir, es muy satisfactorio saber que estoy aprendiendo tanto”.
