Nota por: Carla Sofía Elizundia
Texto por: Carla Sofía Elizundia
En la mayoría de los casos, la frase industrias creativas es intercambiable con industrias culturales (1944), economía creativa (1990), economía naranja (2013). El término abarca desde las primeras expresiones artísticas de la humanidad hasta realidad virtual, danza, cine, escultura, arquitectura, moda, artesanía, diseño, música ¡y más! La característica fundamental es que todas dependen de una habilidad creativa y la generación de propiedad intelectual.
Aunque la expresión artística va de la mano con la existencia de la humanidad, no existía una definición que lo abarcara todo, consecuencia de la complejidad de delimitar los campos y profesiones involucradas. Lo que queda claro es que es un sector importante y se debe pensar estratégicamente en él, no solo por su valor económico, sino también por su potencial en detonar cohesión social, desarrollo inclusivo, innovación y conocimiento.
¿Por qué la necesidad de medir todas estas industrias juntas? Por tener una noción del capital global que representan pues así se convierten en números que no pueden ser ignorados y se deben incluir en estrategias de inversión y desarrollo.
Es a partir de la delimitación de la metodología de la UNESCO que algunos gobiernos empiezan a generar los primeros datos de industrias creativas.
Como dijo John Newbigin: “así como el petróleo fue el motor del siglo XX, así la creatividad será el motor del siglo XXI y las políticas para promover y protegerla serán determinantes en el éxito de los próximos 100 años”.