En Playa Blanca, Zihuatanejo, se erige junto al mar Casa Topolinsky. El proyecto se concibe alrededor de un eje central pergolado que hace de hilo conductor y distribuye el programa, articulando con ligereza y naturalidad, cada uno de los espacios de la casa.
La Casa Cosmos es una pequeña casa ubicada en las cercanías de Puerto Escondido en la costa del estado de Oaxaca. La casa parte de tres elementos principales. El primer elemento es un centro o núcleo construido con diversos elementos de concreto con un acabado en bruto, el cual resguarda el espacio habitable bajo techo: 1 habitación, cocina-comedor, estar y área de aseo. Cada uso dividido en un cuadrante de una planta casi de un cuadrado perfecto.
La fuerza del contexto natural determina dos puntos clave de la estrategia de esta vivienda. Por una parte, la decisión de no generar una construcción disruptiva con el paisaje; por otra, la intención de introducir, a través de la desmaterialización del perímetro, la naturaleza en el interior.
Entre vegetación exótica y misticismo, el Hotel Tepoztlán se asienta en lo que una vez fuera una parcela abandonada donde la vegetación silvestre había tomado ya posesión y los antiguos árboles flanqueaban el acceso principal de una accidentada topografía.
CASA OCTAVIA nace de la intención de trasladar los valores de la marca OCTAVIA a un espacio habitable, el valor lo natural, simple, limpio, honesto, fresco se llevan a un espacio arquitectónico donde el usuario pueda vivir una experiencia de alojamiento única en la ciudad de México.
El trazo trapezoidal del terreno, fue lo que definió construir esta vivienda en tres volúmenes claramente definidos.
La vegetación es también protagonista, en el diseño de esta casa, tanto por fuera como por dentro de la misma. Los árboles del exterior envuelven la vivienda, lo que genera distintas sombras y colores en las distintas épocas del año. En el interior, el verde de la tupida vegetación, contrasta con los pisos de piedra negra y la solidez de los muros, logrando un equilibrio sensorial.
En el número 560 de Monte Pirineos sucede una propuesta de reconversión. Se trata de un predio rectangular de 16 por 46 metros en donde se redistribuyen los espacios para optimizar al máximo el terreno. Se integra un tablero que distribuye bloques con sutiles franjas de cristal en un mismo discurso de identidad lineal entre magnolias, jacarandas, arrayanes y guayabos, así como de una sutil mezcla de pastos y enredaderas en pisos y muros.
Casa Erasto se construye en un terreno a un lado del Bosque de Chapultepec; nos imaginamos la casa como una extensión de él. Un perímetro de helecho y bambú difuminan los limites del predio logrando integrarlo con el bosque. Si se observara desde arriba, el bosque y la casa se percibirían como un jardín continuo. La vegetación que algún día fue desplazada, se remonta ahora entre y sobre la casa, mitigando su mancha urbana e incrementando las áreas verdes de la ciudad.
La partida arquitectónica del proyecto se crea a partir del corazón de la casa, un volumen central, que divide, dialoga y denota perfectamente la condición de uso de los espacios que giran a su alrededor, fragmentándose hasta convertirse en una serie de pabellones. El uso de materiales en su acabado más natural posible permite a su vez, que el proyecto dialogara no sólo con los elementos entre sí, sino como parte de un contexto innegable de playa con vegetación selvática y el perfil costero.